El Nuevo Testamento en varios
lugares describe dones o “carismas” (que significa literalmente “gracias”)
dadas al cristiano por el Espíritu Santo. Describe dones de administración,
compasión, lenguas, sanación, liderazgo entre otros. Todas son necesarias para
que el cuerpo de Cristo trabaje de una manera sana y madura.
El libro de 1 Corintios
describe una situación de desequilibro y caos que resulta cuando los dones del
Espíritu se convierten en un “show,” un fin en sí y un motivo de orgullo, como
tristemente se ha visto también hoy en día en ciertas iglesias. Sin embargo, no
por esta razón debemos abandonar los dones. En vez debemos aspirar a Dios que
nos los de (1 Corintios 14:1). El propósito de todos estos dones son para la
“edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12). Para plantar iglesias, para
hacer la misión que Cristo nos encomendó es esencial entender los dones del
Espíritu.
Efesios 4 habla de lo que se
han llamado los cinco dones de liderazgo. Estos son cinco dones esenciales para
la expansión misionera y madurez de la iglesia. En mi experiencia todo líder
tiene por lo menos uno de ellos. Son como cinco piezas principales de un
rompecabezas que juntos forman un increíble diseño. Para que una congregación
crezca y se multiplique es necesario reconocer, bendecir y soltar estos cinco
dones.
Es importante recordar que Pablo
los llama dones; no son primeramente títulos o cargos
profesionales. Es posible, por ejemplo, que alguien que tenga el puesto o
título de pastor en una iglesia no tenga
el don de pastor. Esto, obviamente crea una situación no deseable, pero
tristemente es muy común. A la vez, en esa misma congregación puede existir un niño que tiene uno de estos dones, pero no se ha desarrollado todavía. O puede existir un feligrés
que tiene el don de pastor o de maestro pero no se le ha dado el permiso o
reconocimiento para ejercer el don que tiene. Como punto aparte parece ser que estos
dones son dadas sin diferencia a hombres, mujeres, niños, jóvenes y ancianos
(Hechos 2:17-18). Con experiencia y capacitación todo miembro de la iglesia
puede (¡y debe!) servir y ayudar en la expansión y multiplicación de la iglesia.
Miremos uno por uno estos
cinco dones.
Pastor. El que
tiene el don de pastor se preocupa principalmente por el cobijo y cuidado de
ovejas. Siempre se le puede reconocer al que tiene el don de pastor porque es una
persona a la cual todos acuden cuando tienen problemas y necesitan un consuelo
o consejo. Los que tienen este don desarrollado tienen una capacidad enorme
para demostrar compasión. Algunos ejemplos bíblicos e históricos: El apóstol Juan (véase 1 Juan) y el Pastor Rick Warren (Iglesia Saddleback,
California, EE.UU.).
Profeta. Este es uno de los dones mas
malentendidos en la actualidad. La persona que tiene el don de
profeta tiene
una habilidad dada por Dios de discernir entre lo falso y lo correcto. No es
tanto hablar del futuro (aunque vemos unos ejemplos de esto en Hechos como en Hechos 11:28) sino de discernir el
presente. Son como un radar que detecta hipocresía y falsedad dentro de la
Iglesia. Cuando ven falsedad o pecado, se les es muy difícil no
señalarlo. En la Biblia los profetas tenían el cargo de llamar al pueblo de
Dios de regresar a la palabra de Dios cuando se habían alejado. A nadie le
gusta que le apunten el dedo y que se les señale su pecado. En ese sentido los
profetas son como una dosis de quimioterapia: esencial para quitar el cáncer,
pero a le vez muy potente y hasta dañino si uno recibe demasiado. Por eso los
profetas son muy perseguidos. Los profetas también se preocupan mucho por la
necesidad de los pobres y los marginados.
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Martín Lutero |
Ejemplos Bíblicos e
históricos: profetas Ezequiel, Isaías, Jeremías, Oscar Romero (Mártir y Obispo
Católico Romano en El Salvador), Martin Lutero (Reformador Protestante), Martin
Luther King Jr. y Rosa Parks (que pelearon por los Derechos Civiles de
Afro-Americanos en EE.UU.), Madre Teresa de Calcuta.
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Rev. John Stott |
Ejemplos: Apóstol Pedro, Rev.
John Stott (Pastor y escritor anglicano), Samuel Escobar (Escritor y teólogo
Peruano), Ernesto Padilla (Teólogo Argentino).
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Luis Palau |
Ejemplos: La mujer samaritana
(Juan 4), Luis Palau, Billy Graham.
Apóstol. Este es un don también no muy
entendido en la iglesia anglicana o evangélica en general. Por los abusos que
se han visto a veces preferimos ignorar o evitar hablar de este don. Nuevamente
les recuerdo que Efesios 4 habla de “dones” no “títulos.” Para recobrar la
“misionalidad” de la iglesia (una cultura y vision misionera) tenemos que recobrar
un entendimiento bíblico de este don.
La persona que tiene el don de
apóstol anhela como Pablo ir a “donde nunca antes se había oído hablar de
Cristo para no construir sobre bases
puestos por otros” (Romanos 15:20). Los que tienen este don tienen
dos pasiones: unidad y misión. Ellos entienden que la misión de Dios es un
producto de la unidad de todos los miembros del cuerpo de Cristo. Misión no es
el trabajo de un solitario pastor o “plantador de iglesia.”
Los que tienen este don tienen
una habilidad especial de compartir visión y ver nuevas posibilidades y sueños.
Les encanta ayudar a los demás a descubrir y usar sus dones y desarrollar
nuevos líderes en la iglesia. Este don es esencial para que una congregación
desarrolle un ambiente misionero, crezca y se multiplique.
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Obispo anglicano Festo Kivingare |
Como hemos dicho es posible
que personas con ciertos cargos no tengan los dones necesarios para ese cargo o
puesto. Es esencial, entonces, para la salud de la iglesia, que líderes tengan
los dones necesarios para el cargo que ejercen. En nuestros contextos de
plantación como Sociedad Misionera de San Pablo normalmente buscamos a personas
que tienen el don de pastor para ejercer el cargo de “ministro o pastor laico” (el título
“catequista” es usado en África oriental). El que tiene el don de apóstol,
normalmente también comienza como ministro laico en una congregación específica
pero rápidamente se ve (a través del fruto de la multiplicación de
congregaciones y grupos pequeños) que su llamado abarca más que una sola
congregación sino toda una región o área. Los que tienen el don de maestro
pueden ser predicadores o maestros laicos. Siempre se reconoce el don por su
fruto y es importante recordar que cualquier título o cargo se da después de ver fruto y ministerio
maduro-- no antes para no dar a entender que un título es un requisito
necesario para ministrar o servir en la iglesia. Recomendamos que la ordenación
también se discierne principalmente a través del fruto de trabajo y ministerio
ya realizado, no como un requisito para poder servir en la iglesia o como un
premio ganado por cierta cantidad de estudios. Esto evita muchos problemas y da
libertad a la expansión de la iglesia.
¿Cómo puedes descubrir tu don o dones?
Los dones se descubren cuando uno sirve rodeado por el cuerpo de Cristo.
Algunas ideas:
1)
Intenta servir en diferentes áreas o ministerios de la iglesia donde quizás no
has servido antes (ministerio de niños, coro, bienvenida, etc) y habla de tu experiencia con un líder o mentor de confianza.
2)
Habla con tu pastor o, aún mejor, tu equipo de plantación y pregúntales que dones ellos ven en ti.
3)
Pon esto en oración pidiéndole al Espíritu que te ayude a descubrir los dones
que el te ha dado.
Al concluir recordemos que el
único que tiene los cinco dones en perfección es Cristo mismo. Ningún cristiano
individual tiene todos los dones, pero como su Iglesia, el cuerpo de Cristo
unido si los tenemos. Cuando nos unimos y trabajan juntos el cuerpo crece, se
expande, y continúa el trabajo que Jesús hizo cuando Él estaba en la tierra.
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